Para algo de tal magnitud no se
necesita presentación, en un domingo lleno de quietud,
Tarumba de Sabines (completo), a su
salud.
TARUMBA (1956, Jaime Sabines).
Yo voy con las
hormigas
Entre las patas
de las moscas.
Yo voy con el
suelo, por el viento,
En los zapatos
de los hombres,
En las pezuñas,
las hojas, los papeles;
Voy a donde vas
Tarumba,
De donde
vienes, vengo.
Conozco a la
araña.
Sé eso que tú
sabes de ti mismo
Y lo que supo
de tu padre.
Sé lo que me
has dicho de mí.
Tengo miedo de
no saber, de estar aquí como mi abuela
Mirando la
pared, bien muerta.
Quiero ir a
orinar a la luz de la luna.
Tarumba, parece
que va a llover.
A LA CASA DEL DÍA ENTRAN GENTES Y COSAS,
Yerbas de mal
olor,
Caballos
desvelados,
Aires con
música,
Maniquíes
iguales a muchachas;
Entramos tú,
Tarumba, y yo.
Entra la danza.
Entra el sol.
Un agente de
seguros de vida
Y un poeta.
Un policía.
Todos vamos a
vendernos, Tarumba.
AY, TARUMBA, TÚ YA CONOCES EL DESEO.
Te jala, te
arrastra, te deshace.
Zumbas como un
panal.
Te quiebras mil
y mil veces.
Dejas de ver
mujer cuatro días
Porque te gusta
desear,
Te gusta
quemarte y revivirte,
Te gusta
pasarles la lengua de tus ojos a todas.
Tú, Tarumba,
naciste en la saliva,
Quien sabe en
qué goma caliente saliste.
Te castigaron
con darte sólo dos manos.
Salado Tarumba,
tienes la piel como una boca
Y no te cansas.
No vas a sacar
nada.
Aunque llores,
aunque te quedes quieto
Como un buen
muchacho.
LA MUJER GORDA, TARUMBA,
Camina con la
cabeza levantada.
El cojo le dice
al idiota: Te alcancé.
El boticario
llora por enfermedades.
Yo los miro a
todos desde la puerta de mi casa,
Desde el agua de
un pozo,
Desde el cielo,
Y sólo tú me
gustas, Tarumba,
Que quieres
café y que llueva.
No sé qué cosa
eres,
Cuál es tu
nombre verdadero,
Pero podrías
ser mi hermano o yo mismo.
Podrás ser
también un fantasma,
O el hijo de un
fantasma,
O el nieto de
alguien que no existió nunca.
Porque a veces
quiero decirte: Tarumba,
¿En dónde
estás?
EN ESTE PUEBLO, TARUMBA,
Miro a todas
las gentes todos los días.
Somos una
familia de grillos.
Me canso.
Todo lo sé, lo
adivino, lo siento.
Conozco los
matrimonios, los adulterios,
Las muertes.
Sé cuándo el
poeta grillo quiere cantar,
Cuándo bajan
los zopilotes al mercado,
Cuándo me voy a
morir yo.
Sé quiénes, a
qué horas, cómo lo hacen,
Curarse en las
cantinas,
Besarse en los
cines,
Menstruar,
Llorar, dormir,
lavarse las manos.
Lo único que no
sé es cuándo nos iremos,
Tarumba, por un
subterráneo,
Al mar.
A CABALLO, TARUMBA,
Hay que montar
a caballo
Para recorrer
este país,
Para conocer a
tu mujer,
Para desear a
la que deseas,
Para abrir el
hoyo de tu muerte,
Para levantar tu
resurrección.
A caballo tus
ojos,
El salmo de tus
ojos,
El sueño de tus
piernas cansadas.
A caballo en el
territorio de la malaria,
Tiempo enfermo,
Hembra
caliente,
Risa a gotas.
A donde llegan
noticias de vírgenes,
Periódicos con
santos,
Y telegramas de
corazones deportivos como
Una bandera.
A caballo,
Tarumba, sobre el río,
Sobre la laja
de agua, la vigilia, la hoja frágil del sueño
(Cuando tus
manos se despiertan con nalgas),
Y el vidrio de
la muerte en el que miras
Tu corazón
pequeño.
A caballo, Tarumba,
Hasta el
vertedero del sol.
OIGO PALOMAS EN EL TEJADO DEL VECINO.
Tú ves el sol.
El agua
amanece,
Y todo es raro
como estas palabras.
¿Para qué te ha
de entender nadie, Tarumba?,
¿Para qué
alumbrarte con lo que dices
Como con una
hoguera?
Quema tus
huesos y caliéntate.
Ponte a secar,
ahora, al sol y al viento.
SI ALGUIEN TE DICE QUE NO ES CIERTO,
Dile que venga,
Que ponga sus
manos sobre su estomago y jure,
Que atestigüe
la verdad de todo.
Que mire la luz
en el petróleo de la calle,
Los automóviles
inmóviles,
Las gentes
pasando y pasando,
Las cuatro
puertas que dan al este,
Las bicicletas
sin nadie,
Los ladrillos,
la cal amorosa,
Las estanterías
a tu espalda cayéndose,
Las canas en la
cabeza de tu padre,
El hijo que no
tiene tu mujer,
Y el dinero que
entra con la boca llena de mierda.
Dile que jure
en el nombre de dios invicto
En el torneo de
las democracias,
Haber visto y
oído.
Porque ha de
oír también el crimen de los gatos
Y un enorme
reloj al que dan cuerda pegado a
Tu oreja.
¿QUÉ PUTAS PUEDO HACER CON MI RODILLA,
Con mi pierna tan
larga y tan flaca,
Con mis brazos, con mi lengua,
Con mis flacos ojos?
¿Qué puedo hacer en este remolino
De imbéciles de buena voluntad?
¿Que puedo con inteligentes podridos
Y con dulces niñas que no quieren hombre sino
Poesía?
¿Qué puedo entre los poetas uniformados
Por la academia o por el comunismo?
¿Qué, entre vendedores o políticos
O pastores de almas?
¿Qué putas puedo hacer, Tarumba,
Si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
Ni adorador del arte,
Ni boticario,
Ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
Y no tengo ganas sino de mirar y mirar?
SOBRE LOS OJOS, SOBRE LOS LOMOS, CAE
Como una bestia lenta,
Pesa,
Respira el agua,
Se extiende en la cara de las cosas,
Agobia.
Nace en el corazón del aire
Y envejece en el tiempo,
Tesoro de las piedras,
Riñón del árbol,
Casa de los ancianos,
Trompeta de la muerte.
Animal disperso,
Se congrega bajo el sol,
Abre la tierra, chupa,
Despelleja los ríos,
Espanta a las hormigas,
Duerme al gato,
Y a ti te hace un nudo de víbora
O un huevo aplastado.
Este calor benigno, reparador del
mundo,
Te entierra a golpes, Tarumba-clavo.
ESTOS DÍAS, IGUALES A OTROS DÍAS DE OTROS AÑOS,
Con gentes iguales a otras gentes,
Con las mismas horas y los mismos
muertos,
Con los mismos deseos,
Con inquietud igual a la de antes;
Estos días, Tarumba, te abren los
ojos,
El viento largo y fino te levanta.
No pasa nada, ni estás solo.
Pasas tú con el frío desvelado
Y pasas otra vez. No sabes dónde,
A dónde, para qué.
Oyes recetas de cocina,
Voceadores, maullidos.
¡Fiestas de la barriga, navidad, año
nuevo,
Qué alegres estamos,
Qué buenos somos!
Tú, Tarumba, te pones tus alas de
ángel
Y yo toco el violín.
Y el viejo mundo aplaude con las
uñas
Y derrama una lágrima, y sonríe.
LO QUE SOÑASTE ANOCHE,
Lo que quieres,
está
Tan cerca de
tus manos, tan imposible
Como tu
corazón,
Tan difícil
como apretar tu corazón.
Lo que anoche,
Tarumba, viento de sueño,
Sombra de
sueño, creció arrebatándote,
Era tu paz, era
La larga música
del vidrio de tus venas.
Ahora tienes el
rostro como un espejo quebrado.
De araña a
araña vas, como una mosca,
De día a día
zumbas, cabeza de mil ojos,
Mano con pelo,
bocabierta, tarugo.
No creces nada,
Ni siquiera
naces.
Chupas de la
botella de la muerte
Y me dices
¡salud! Entre hipo e hipo.
QUIÉN SABE EN QUÉ RINCÓN DEL TRAGO,
A qué horas,
pensaste
Que la vida era
maravillosa.
Te pusiste tu
cara de idiota
Y te alegraste.
Sentiste que
ibas a ser papá.
Amaste lo
elemental. Hablaste
A las piedras,
y sacaste del bolsillo
El resplandor
de santo con que te ves tan bien.
Todos dijeron:
¡A un lado!
Y pasaste en
silencio, sobre la adoración.
Desde esa vez
andas de mal humor.
Te molestan las
gentes
Y aun dentro
del sueño
No miras nada.
Adelgazas como
el viento
Y oyes voces
con el corazón.
Eres, casi, tu
estatua.
¡Alabado sea
Dios!
TE PUSE UNA CABEZA SOBRE EL HOMBRO
Y empezó a
reír;
Una bombilla
eléctrica,
Y se encendió.
Te puse una
cebolla
Y se arrimo un
conejo.
Te puse mi mano
Y estallaste.
Di cuatro
golpes sobre tu puerta
A las doce de
la noche
Con el anillo
lunar,
Y me abrió la
sabana que tiene cuerpo de mujer,
Y ente a lo
obscuro.
En el agua
estabas como una serpiente
Y tus ojos
brillaban con el verde que les
Corresponde a esas horas.
Entró el viento
conmigo
Y le subió la
falda a la delicia, que se quedó
Inmóvil.
El reloj empezó
a dar la una
De cuarto en
cuarto, con una vela en la mano.
La araña
abuelita tejía
Y la novia del
gato esperaba a su novio.
Afuera, Dios
roncaba.
Y su vara de
justicia, en manos del miedo ladrón,
Dirigía un vals
en la orquesta.
Me soplaste en
el ombligo
Y me hinche y
ascendí entre los ángeles.
Pero tuve
tiempo de ponerme la camisita
Y los zapatitos
con que me bautizaron.
Tú quedaste
como un cigarro ardiendo en el suelo.
¡ALELUYA!
¿Qué pasa?
Hay una escala
de oro invisible
En la que manos
invisibles ascienden.
Llevo una flor
de estaño en el ojal de la camisa.
Estoy alegre.
Me corto un
brazo y lo dejo señalando el camino.
Una mujer
embarazada se sienta sobre una silla
Y aplaude
Al jugador de
tenis que juega solo.
Tomo el café
del sábado.
Me destapo los
ojos de un balazo
¡Y arriba!
ESTO ES DIFÍCIL
Pero si pones
atención aprenderás a hacerlo.
Te sacas la
lengua poco a poco
Y la enrollas
en el carrete de hilo negro.
Guardas tus
ojos en un barril de vino
Y en la bodega,
junto a los estantes,
Llamas a Dios
tres veces:
Cabalabula-bulacábala-bulabo.
(Para el
domingo: domincus-erectur-mintus.
Para el jueves:
Jovis-jorovis-multilovis.)
Entonces, sobre
la tierra,
Los hombres
empiezan a volar como los
Ángeles.
En los mercados
venden la felicidad.
Los niños son
los jueces.
En todas las
esquinas hay una caja de música
Y una pila de
agua.
Los gatos
pasean del brazo a las ancianas ratas
Y tú, delgado
como una sonrisa, sueñas.
(Paréntesis: el antiguo mirar
De una mujer de negro.
Una mujer antigua,
Un negro sin tiempo.
Sonata en tiempo negro
Escrita para mujer desvestida de negro.)
Esto se echó a
perder, Tarumba.
LA PRIMERA LLUVIA DEL AÑO MOJA LAS CALLES,
Abre el aire,
Humedece mi
sangre.
¡Me siento tan
a gusto y tan triste, Tarumba,
Viendo caer el
agua desde quién sabe,
Sobre tantos y
tanto!
Ayúdame a mirar
sin llorar,
Ayúdame a
llover yo mismo sobre mi corazón
Para que crezca
como la planta del chayote
O como la
yerbabuena.
¡Amo tanto la
luz adolescente
De esta mañana
Y su tierna
humedad!
¡Ayúdame,
Tarumba, a no morirme,
A que el viento
no desate mis hojas
Ni me arranque
de esta tierra alegre!
AMANECE LA SANGRE DOLIÉNDOME
Y el cigarro
amargo.
La herida de
los ojos abierta para el alcohol del sol.
Y una fatiga,
un cansancio, un remordimiento
De estar vivo.
¿A quién le
hago el juego, Tarumba?
(Perdóname. Tú
sabes que digo estas cosas por
Decir algo.
Es un
remordimiento de estar muerto.)
Mi mujer y mi
hijo esperan allí fuera,
Y yo me quejo.
Voy a comprar
unas frutas para los tres;
Me gusta ver
que mi hijo brinca en el vientre de
Su madre
Al olor remoto
de los mangos.
(Cuando nazca
mi hijo, Tarumba, tú le vas a
Enseñar los
árboles y los caballos.)
MIRAS PASAR, TARUMBA, EL RÍO DEL MUNDO,
Las cabezas,
los brazos,
Los escorzos,
las bocas.
Miras pasar a
los amantes separados
Y a los sabios
del odio,
Los dueños de
la soledad,
Nadando en
gritos,
Ahogándose en
la espuma de su sangre.
En el fondo,
piedritas y raíces
Sopla el agua y
arrastra.
¿Me miras?, ¿me
reconoces?, ¿me descifras?
Yo puedo,
Tarumba, ser un pulpo,
Una araña del
agua,
O una burbuja.
Puedo ser una
hormiga.
O puedo ser un
ojo grande con dos patas pequeñas
Y una cola.
Trabajo has de
tener para encontrarme,
Pero si le
pisas el callo a un ángel, yo grito,
Y si molestas
al lagarto con prédicas de buena
Voluntad,
Te daré un
colazo.
Pertenezco a la
clase de los anfibios,
De los que
pueden vivir también al aire.
¿No ves mi
corazón, vejiga inflada,
Y mis ojos, hinchados,
que se me salen?
QUEBRADO COMO UN PLATO
Quebrado de
deseos, de nostalgias, de sueños.
Yo soy este que
quiere a fulana el día trece de
Cada mes
Y este que
llora por la otra y la otra cuando las
Recuerda.
¡Qué deseo de
hembras maduras
Y de mujeres
tiernas!
Mi brazo
derecho quiere una cintura
Y mi brazo
izquierdo una cabeza.
Mi boca quiere
morder y besar y sacar lágrimas.
Voy del placer
a la ternura
En la casa del
loco,
Y enciendo
veladoras
Y quemo mis
dedos como copal
Y canto con el
pecho una ronca canción obscura.
Estoy perdido y
quebrado
Y no tengo nada
ni nadie,
Ni puedo
hablar, ni sirve.
Sólo puedo
moverme
Mientras me cae
la ceniza
Y me caen
piedras y sombras.
VA A SER VARÓN
PORQUE LA MADRE TIENE EL VIENTRE
Pronunciado
Hacia adelante.
Éste es un signo inconfundible.
Me lo han dicho
cinco comadronas de larga
Experiencia.
Va a ser varón
porque se mueve del lado derecho
Y porque no da
sueño.
Va a ser varón
porque el abuelo lo quiere.
Y el tío lo
quiere, y yo, el padre, lo quiero.
¡Tiene que ser
varón!
¿Y por qué
varón?
¡Tarumba!
SOLAMENTE DE VEZ EB CUABDO, O A DIARIO,
Pensándolo, o
cuando menos lo pienso,
Detrás de mí y
en medio o por delante,
Estoy arruinado,
contrito, tapándome
Con una manta
el corazón
Y mis muelas.
Me cae la flor
de la bugambilia
Y me cae el
viento
Y me cae mi
madre
--y mi padre, y
mi mujer y mi hijo—
Y me levanto
con el nombre ajado
Y recojo mi
lengua llena de hormigas.
Vivo bien.
No tengo queja
de nada ni de nadie.
Sólo que a
veces, cuando viene el agua
Me mojo a media
calle
Y cada día me
parezco más a un poste.
Alguien me va a
decir alguna cosa,
La va a sacar
de algún costal de mentiras,
Y desde
entonces voy a ser feliz y triste.
Hoy, de ladrón
no paso,
Ni paso de
vivo.
CORRIENDO DE UNA ANTORCHA A OTRA,
Apagando los
montes,
Apagando la
obscuridad que reza como una bruja
En los hoyos,
Y sacando el
pelo a los fantasmas de las casas
Solas,
¡Mírame,
Tarumba, qué ágil,
Qué robusta
tuberculosis,
Qué guadaña
manejo en tu nombre!
Sic tránsit,
agente de la roña,
Estoy alegre
como a veces
Y te doy mi
mano encendida.
De todas partes
de mi cuerpo viene
Esta alegría,
Y voy y vamos a
mi boca, al tiempo,
Para ser
arrestados.
¿Qué quieres
que haga para no reírme?
A las once tienen
sueño las moscas
Y yo no soy
profundo mucho tiempo.
Coral de
estrellas, luna redonda,
Voy a bucearte,
aire, mientras me duermo.
Sobre una
cuerda floja,
De vacío a
vacío, allí ando.
Llevo palomares
en el corazón
Para todos los
días.
Suelto rosas y
clavos.
Digo palabras y
sueños.
Sobre una
cuerda floja,
De balcón a
balcón.
De mano a mano
de lo innombrable.
MIENTRAS COMO UN RÁBANO Y TOMO UNA CERVEZA
A la hora del
calor, me acuerdo
Del sueño de
anoche.
Siento un
bienestar erudito en la lengua
De la sal y del
beso.
¡Con qué
suavidad la unté sobre mi cuerpo!
¡Con qué yodo
de amor la quise!
La tengo todavía,
penetrada,
Sola de mí,
perfecta,
Hecha para mis
brazos y mi boca.
Con el calor, a
solas, la recuerda mi vientre,
Más fiel que mi
corazón, y la desea.
El dulce viento
me despierta en las ingles
Su contacto, su
aroma, su innumerable amor.
¡QUÉ ALEGRÍA DEL CUERPO LIBERADO, TARUMBA,
En el amanecer después
de la lluvia,
Con el manso
estar del aire penetrándote
Y a la mano de
tus ojos el cerro con nubes!
Gozosa piel,
hora temprana,
Luz tierna
sonando como una campana.
Antes de que
salga el sol criminal
Vamos a correr
por el pastizal,
Vamos a
mojarnos las piernas, los brazos,
La boca, los pájaros,
Y a dejar el
sueño sobre la maleza
Con ojos
abiertos como una cabeza.
Vámonos,
Tarumba, antes de que brote
El chorro del
sol guajolote
Y queme las
hojas y chupe y reseque
La tierra y el
alma al téquerreteque.
Yo llevo a mi
hijo, tú llevas un gallo
Atado a la cola
de un rayo;
Jugamos los
cuatro, mientras la neblina
Se roba la
sombra como a una sobrina,
Y, el barro en
las piernas haciendo de bota,
Tiramos la risa
como una pelota.
Un árbol se
acerca, un río se calla,
Y dice un
conejo: ¡malhaya!
Y un burro de
palo rebuzna y cocea
En medio de
todos untado de brea.
¡El monte, la
lluvia, la paja,
El cielo que
sube y que baja!
¡La sangre
caliente, la boca repleta,
Y el mundo
sonando como una trompeta!
DESPUÉS DE LEER TANTAS PÁGINAS QUE EL TIEMPO
Escribe con mi mano,
Quedo triste,
Tarumba, de no haber dicho más,
Quedo triste de
ser tan pequeño
Y quedo triste
y colérico de no estar solo.
Me quejo de
estar todo el día en manos de las
Gentes,
Me duele que se
me echen encima y me aplasten
Y no me dejen
siquiera saber dónde tengo los brazos,
O mirar si mis
piernas están completas.
“Abandona a tu
padre y a tu madre”
Y a tu mujer y
a tu hijo y a tu hermano
Y métete en el
costal de tus huesos
Y échate a
rodar, si quieres ser poeta.
Que no te
esclavicen ni tu ombligo ni tu sangre,
Ni el bien ni
el mal,
Ni el amor consuetudinario.
Tienes que ser
actor de todas las cosas.
Tienes que
romperte la cabeza diariamente
Sobre la
piedra, para que brote el agua.
Después quedarás
tirado a un lado
Como un saco
vacío
(Guante de
cuero que la mano de la poesía usó),
Pero también
quedarías tirado por nada.
Yo me quejo,
Tarumba, de estar sirviendo a la
Poesía y al diablo.
Y a veces soy
como mi hijo, que se orina en la
Cama,
Y no puede
moverse, y llora.
SÓLO EN SUEÑOS,
Sólo en el otro
mundo del sueño te consigo,
A ciertas
horas, cuando cierro las puertas
Detrás de mí.
¡Con qué
desprecio he visto a los que sueñan,
Y ahora estoy
preso en su sortilegio,
Atrapado en su
red!
¡Con qué
morboso deleite te introduzco
En la casa
abandonada, y te amo mil veces
De la misma
manera distinta!
Esos sitios que
tú y yo conocemos
Nos esperan
todas las noches como una vieja cama
Y hay cosas en
lo obscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte
lo de siempre
Y mis manos
adoran tu pelo
Y te estrecho,
poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y
dulce, te abrazas a mi abrazo,
Y con mi boca
en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo
recuerdo. A veces
Sólo el cuerpo
cansado me lo dice.
Al duro
amanecer estás desvaneciéndote
Y entre mis
brazos sólo queda tu sombra.
AHÍ VIENE UN
GALOPE SUBTERRÁNEO,
Viene un mar
rompiendo,
Viene un ventarrón
de Marte.
(Alguien ha de
explicarme
Por qué no
suceden tantas cosas.)
Viene un golpe
de sangre
Desde mis pies
de barro,
Vienen canas en
busca de mi edad,
Tablas flotando
para mi ataúd.
(El Rey de
Reyes come un elote, espera,
Se prueba unas
sandalias de hoja de plátano.)
Viene mi
abuelita Chus,
Que cumplió
trece desaños,
Trece años en
la muerte,
Trece años para
atrás, para lo hondo.
Me visitan
Tony, Chente, mi tía Chofi,
Y otros amigos
enterrados.
Pienso en Tito, jalando de la manga a su muerte
Y ésta no
haciendo caso.
Viene Chayito
dolorosa
Con su hoja de
menta
Y con un
caballito para mi hijo.
Y viene el
aguacero más grande de todos los
Tiempos
Y el miedo de
los rayos,
Y tengo que
subirme a un arca transformado en
Buey
Para la vida
dichosa que nos espera.
CABALABULA NUEVAMENTE.
Algo tiene que
decirse a estas horas.
Voy en busca de
pan.
Voy a ganar
dinero.
Voy buscando un
lugar donde caerme muerto.
Traigo la
canasta del mercado
Con verduras y
carne
Y una bolsa de
arroz y un manojito de flores
Silvestres,
Pero vengo
pensando en mi marido que no llegó a
Dormir anoche.
Yo voy a la
escuela
Con mi cuaderno
sin tareas.
Yo estoy de
paso y nomás miro.
Y este mezquino
dolor en la cabeza
Metiéndose como
un ratón en su agujero.
¿En dónde
estará?, ¿qué estará haciendo?
Me muero de
mujer a estas horas.
Cabalabula,
Tarumba-
En mi vida de
perro camino pegado a la pared.
El viento se
tuesta la espalda al sol.
Con la mano más
larga de las que tengo
Me busco,
husmeo mi cráneo en el cajón de la basura.
EN MEDIO DE LOS REMOLINOS, TARUMBA,
Quisiera escribir
mi testamento:
Te dejo a ti la
virtud que no tengo,
A ti mi
cabellera,
A ti mi primer
libro,
A ti mis uñas.
Estoy tan
definitivamente ahíto,
Tan envenenado,
tan podrido,
Tan cayéndome en
costras,
Que no quiero
ya un pedazo de esta vida feliz
Ni un trozo de
eternidad para roer.
En medio de
estos remolinos otra vez,
Sacudido de
cóleras inútiles,
Hundido en el estiércol
inefable,
Minuciosamente asesinado,
Me acuesto a
las seis de la tarde pensando en las
Horas que vienen.
Oigo una gota,
tomo un trago,
Pienso en el cadáver
que haría,
Me estiro.
¿Qué testamento
escribiré algún día?
No te dejo
nada.
Te dejo nada
más mi entierro.
QUIERO QUE ME SOCORRAS, SEÑOR, DE TANTA SOMBRA
Que me rodea,
de tanta hora que me asfixia.
Quiero que me
socorras. Nadie, de esta intranquila
Supervivencia,
de esta sobremuerte agotadora.
Quiero que me
hundas, Padre, de una vez para
Siempre
En tu caldera
de aceite.
Quiero, hijo,
que me entierres, bajo piedra y lodo,
Y una plancha
de acero, sin un árbol.
Quiero que todos
griten por mí,
Quiero que me
acompañen y me auxilien
Antes de caerme
a mis pies.
(Sobre mis
zapatos me voy a caer
Como si me
quitara el traje.)
Quiero que tu
divina presencia, Comecaca,
Apuntale mi espíritu
eterno.
Quiero que el
coro de las estrellas
Cacofónicas truene.
Quiero que el
viento me recorra de norte a sur,
De este a
siempre.
Quiero crecer
como una piedra regada todas las
Mañanas
Por el
jardinero sol.
LE VENDÍ AL DIABLO,
Le vendí a la
costumbre,
Le vendí al
amor consuetudinario,
Mi riñón, mi corazón,
mis hígados.
Se los vendí
por una pomada para los callos,
Y por el gusto,
Y por sentirme
bien.
Nadie, desde
hoy, podrá decirme
Poeta vendido.
Nadie podrá
escarbar y jalarme los huesos.
Estoy con la
República de China Popular.
Le curo las
almorranas a Neruda,
Escupo a
Franco.
(Nadie podrá
decir que no estoy en mi tiempo.)
Detrás del
mostrador soy el héroe del día.
Yo soy la
resistencia. Oídme.
Soporto el
hundimiento.
Desde el balcón
nocturno miro al sol.
Desde la
empalizada submarina.
DUÉRMETE, MI NIÑO, CON CALENTURA,
Con dolor de
cabeza.
Estírate.
Duérmete con
todo el cuerpo, niño,
Envidia de los
ángeles,
Hijito enfermo.
Duérmete sin el
grillo,
Sin la aguja,
Sin hambre.
Duérmete hasta
mañana.
Duérmete, duérmete.
Vámonos a
dormir,
A dormirnos.
El tubo de la
noche, estírate.
Que se diga que
Julio se duerme.
(Porque en la
noche viene Tará
Y te quita la
enfermedad.
Luego encendemos
el sol
Con un cerillo
de alcohol.)
Pero duérmete mi
niño,
Mi pedacito, a
dormir,
A dormirse ya.
(Don Julito el fanfarrón,
Don Julito es
un fregón.)
Voy a sacudir
tu cama:
Que no tenga
calentura
Ni dolor de
barriga
Ni pulgas.
Aquí pongo este
letrero
Contra los
mosquitos:
Que nadie
moleste a mi hijo.
Vamos a cantar:
Tararí, tatá.
El viejito cojo
Se duerme con
sólo un ojo.
El viejito
manco
Duerme trepado
en un zanco.
Tararí, totó.
No me diga nada
usted:
Se empieza a
dormir mi pie.
Voy a subirlo a
mi cuna
Antes que venga
la tía Luna.
Tararí, tuí,
Tuí.
Recomendable la
antología poética que publicó el Fondo de Cultura Económica en el 2004, adquiéranla
y deleiten sus sentidos.