Existen cosas que nunca quisieras
que terminaran. Una cita romántica, un encuentro carnal, una obra de Verdi, un
día especial; que se yo, cada persona de acuerdo a sus preferencias tiene su
lista particular, a mí, por ejemplo, me gustaría que nunca terminara un buen
libro, una buena trama, la vida tal vez.
Todo lo anterior viene a cuento,
sería mejor decir “viene a novela”, porque hoy les quiero compartir a uno de
mis autores italianos favoritos. El maestro Italo Calvino.
El libro que quiero que conozcan
se titula “Si una noche de invierno un viajero”, libro en el cual el autor hace
gala de su gran capacidad como cuentista en el marco de una novela,
desarrollando 10 tramas diferentes, cada una con un estilo particular y con un
manejo totalizador, al final concentrador, de cada elemento tan dispar.
Escenarios disimiles, personajes
de distintas épocas, de variada índole psicológica, de regiones ubicadas al
otro lado del mundo, llenos de virtudes o carentes de ellas.
En palabras del propio Calvino:
«La
empresa de tratar de escribir novelas “apócrifas”, que me imagino escritas por
un autor que no soy yo y que no existe, la llevé a sus últimas consecuencias en
este libro. Es una novela sobre el placer de leer novelas; el protagonista es
el lector, que empieza diez veces a leer un libro que por vicisitudes ajenas a
su voluntad no consigue acabar. Tuve que escribir, pues, el inicio de diez
novelas de autores imaginarios, todos en cierto modo distintos de mí y
distintos entre sí: una novela toda sospechas y sensaciones confusas; una toda
sensaciones corpóreas y sanguíneas; una introspectiva y simbólica; una
revolucionaria existencial; una cínico-brutal; una de manías obsesivas; una
lógica y geométrica; una erótico-perversa; una telúrico-primordial; una apocalíptica
alegórica. Más que identificarme con el autor de cada una de las diez novelas,
traté de identificarme con el lector...»
Hay cosas que uno no quisiera que
terminaran jamás, como cada uno de los diez capítulos que Italo escribió y que conforman
la estructura de la novela.
Hay cosas que uno nunca quisiera
que terminaran jamás, como “Si una noche de invierno un viajero…”, como la
vida.
Antes de comenzar a leer, brinda una mirada a esta entrada cortesía de Canal 22 y su programa El Letrero
sobre el tema de hoy.
I
Estás a punto de empezar a leer
la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate.
Recógete. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se
esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado
siempre está la televisión encendida. Dilo en seguida, a los demás: « ¡No,
no quiero ver la televisión!» Alza la voz, si no te oyen: « ¡Estoy leyendo! ¡No
quiero que me molesten!» Quizá no te han oído, con todo ese estruendo; dilo
más fuerte, grita: « ¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Italo
Calvino!» O no lo digas si no quieres; esperemos que te dejen en paz.
Adopta la postura más cómoda:
sentado, tumbado, aovillado, acostado. Acostado de espaldas, de costado, boca
abajo. En un sillón, en el sofá, en la mecedora, en la tumbona, en el puf. En
la hamaca, si tienes una hamaca. Sobre la cama, naturalmente, o dentro de la
cama. También puedes ponerte cabeza abajo, en postura yoga. Con el libro
invertido, claro.
La verdad, no se logra encontrar
la postura ideal para leer. Antaño se leía de pie, ante un atril. Se estaba acostumbrado
a permanecer en pie. Se descansaba así cuando se estaba cansado de montar a caballo.
A caballo a nadie se le ha ocurrido nunca leer; y sin embargo ahora la idea de
leer en el arzón, el libro colocado sobre las crines del caballo, acaso colgado
de las orejas del caballo mediante una guarnición especial, te parece
atrayente. Con los pies en los estribos se debería estar muy cómodo para leer;
tener los pies en alto es la primera condición para disfrutar de la lectura.
Bueno, ¿a qué esperas? Extiende
las piernas, alarga también los pies sobre un cojín, sobre dos cojines, sobre
los brazos del sofá, sobre las orejas del sillón, sobre la mesita de té, sobre
el escritorio, sobre el piano, sobre el globo terráqueo. Quítate los zapatos,
primero. Si quieres tener los pies en alto; si no, vuélvetelos a poner. Y ahora
no te quedes ahí con los zapatos en una mano y el libro en la otra.
Regula la luz de modo que no te
fatigue la vista. Hazlo ahora, porque en cuanto te hayas sumido en la
lectura ya no habrá forma de moverte. Haz de modo que la página no quede en
sombra, un adensarse de letras negras sobre un fondo gris, uniformes como un
tropel de ratones; pero ten cuidado de que no le caiga encima una luz demasiado
fuerte y que no se refleje sobre la cruda blancura del papel royendo las sombras
de los caracteres como en un mediodía del Sur. Trata de prever ahora todo lo
que pueda evitarte interrumpir la lectura. Los cigarrillos al alcance de la
mano, si fumas, el cenicero. ¿Qué falta aún? ¿Tienes que hacer pis? Bueno, tú
sabrás.
No es que esperes nada particular
de este libro en particular. Eres alguien que por principio no espera ya nada
de nada. Hay muchos, más jóvenes que tú y menos jóvenes, que viven a la espera
de experiencias extraordinarias; de los libros, de las personas, de los viajes,
de los acontecimientos, de lo que el mañana guarda en reserva. Tú no. Tú sabes
que lo mejor que uno puede esperar es evitar lo peor. Esta es la conclusión a
la que has llegado, tanto en la vida personal como en las cuestiones generales
y hasta en las mundiales. ¿Y con los libros? Eso es, precisamente porque lo has
excluido en cualquier otro terreno, crees que es justo concederte aún este
placer juvenil de la expectativa en un sector bien circunscrito como el de los
libros, donde te puede ir mal o ir bien, pero el riesgo de la desilusión no es grave.
Conque has visto en un periódico
que había salido Si una noche de invierno un viajero, nuevo libro de
Italo Calvino, que no publicaba hacía varios años. Has pasado por la librería y
has comprado el volumen. Has hecho bien.
Ya en el escaparate de la
librería localizaste la portada con el título que buscabas. Siguiendo esa huella
visual te abriste paso en la tienda a través de la tupida barrera de los Libros
Que No Has Leído que te miraban ceñudos desde mostradores y estanterías
tratando de intimidarte. Pero tú sabes que no debes dejarte imponer respeto,
que entre ellos se despliegan hectáreas y hectáreas de los Libros Que Puedes Prescindir De Leer, de los Libros
Hechos Para Otros Usos Que La Lectura, de los Libros Ya Leídos Sin Necesidad
Siquiera De Abrirlos Pues Pertenecen A La Categoría De Lo Ya Leído Antes Aún De
Haber Sido Escrito. Y así superas el primer cinturón de baluartes y te cae
encima la infantería de los Libros Que Si Tuvieras Más Vidas Que Vivir
Ciertamente Los Leerías También De Buen Grado Pero Por Desgracia Los Días Que
Tienes Que Vivir Son Los Que Son. Con rápido movimiento saltas sobre ellos y
llegas en medio de las falanges de los Libros Que Tienes Intención De Leer
Aunque Antes Deberías Leer Otros, de los Libros Demasiado Caros Que Podrías
Esperar A Comprarlos Cuando Los Revendan A Mitad De Precio, de los Libros ídem
De ídem Cuando Los Reediten En Bolsillo, de los Libros Que Podrías Pedirle A
Alguien Que Te Preste, de los Libros Que Todos Han Leído Con Que Es Casi Como
Si Los Hubieras Leído También Tú. Eludiendo estos asaltos, llegas bajo las
torres del fortín, donde ofrecen resistencia
Los Libros Que Hace Mucho Tiempo
Tienes Programado Leer,
Los Libros Que Buscabas Desde
Hace Años Sin Encontrarlos,
Los Libros Que Se Refieren A Algo
Que Te Interesa En Este Momento,
Los Libros Que Quieres Tener Al
Alcance De La Mano Por Si Acaso,
Los Libros Que Podrías Apartar
Para Leerlos A Lo Mejor Este Verano,
Los Libros Que Te Faltan Para
Colocarlos Junto A Otros Libros En Tu Estantería,
Los Libros Que Te Inspiran Una
Curiosidad Repentina, Frenética Y No Claramente Justificable.
Hete aquí que te ha sido posible
reducir el número ilimitado de fuerzas en presencia a un conjunto muy grande,
sí, pero en cualquier caso calculable con un número finito, aunque este
relativo alivio se vea acechado por las emboscadas de los Libros Leídos Hace
Tanto Tiempo Que Sería Hora de Releerlos y de los Libros Que Has Fingido
Siempre Haber Leído Mientras Que Ya Sería Hora De Que Te decidieses A Leerlos
De Veras.
Te liberas con rápidos zigzags y
penetras de un salto en la ciudadela de las Novedades Cuyo Autor O Tema Te
Atrae. También en el interior de esta fortaleza puedes practicar brechas entre
las escuadras de los defensores dividiéndolas en Novedades De Autores O Temas
No Nuevos (para ti o en absoluto) y Novedades De Autores O Temas Completamente
Desconocidos (al menos para ti) y definir la atracción que sobre ti ejercen
basándote en tus deseos y necesidades de nuevo y de no nuevo (de lo nuevo que buscas
en lo no nuevo y de lo no nuevo que buscas en lo nuevo).
Todo esto para decir que,
recorridos rápidamente con la mirada los títulos de los volúmenes expuestos en
la librería, has encaminado tus pasos hacia una pila de Si una noche de
invierno un viajero recién impresos, has agarrado un ejemplar y lo has
llevado a la caja para que se estableciera tu derecho de propiedad sobre él. Has
echado aún un vistazo extraviado a los libros de alrededor (o mejor dicho, eran
los libros los que te miraban con el aire extraviado de los perros que desde
las jaulas de la perrera municipal ven a un ex compañero alejarse tras la
correa del amo venido a rescatarlo) y has salido,
Es un placer especial el que te
proporciona el libro recién publicado, no es sólo un libro lo que llevas
contigo sino su novedad, que podría ser también sólo la del objeto salido ahora
mismo de la fábrica, la belleza de la juventud con que también los libros se
adornan, que dura hasta que la portada empieza a amarillear, un velo de smog a
depositarse sobre el canto, el lomo a descoserse por las esquinas, en el rápido
otoño de las bibliotecas. No, tú esperas siempre tropezar con una novedad
auténtica, que habiendo sido novedad una vez continúe siéndolo para siempre. Al
haber leído el libro recién salido, te apropiarás de esta novedad desde el
primer instante, sin tener después de perseguirla, acosarla. ¿Será esta la vez
de veras? Nunca se sabe. Veamos cómo empieza.
¿Te ha gustado lo que has leído?
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